febrero 06, 2010

Wit(c)h

Recuerdo mi primer bautizo:
Desnuda, mojada y temblando de frío.

Sintiendo su leche tibia correr por mi ombligo.
En algún lugar de la ciudad, bajo un cielo plomizo.


No conozco más cruz, que la de San Andrés.

Ni otros hábitos que no sean mis sandalias
de altísimo tacón
y mis medias de red.
Mi rosario; mi juego de bolas,
que adoro, acaricio, lamo,
antes que mi cuerpo las engulla con avidez.


Comulgo de rodillas, ante mi reverendo,

que es mi cura para mi terrible enfermedad.

Abro la boca
para acoger su vara sagrada.

Buscando su cáliz para beber su savia.

Y las hostias siempre las doy y las recibo en la cara.

Mi escapulario, es negro, suave, flexible, de látex,

siempre lo llevo conmigo rindiéndole total pleitesía.

Y levito cuando me empuja,

cuando se sumerge en las profundidades de mi vientre.

Arqueando mi cuerpo poseído por las llamas,
blasfemando, demente.


Mi lucha nunca fue contra el diablo, él siempre está de mi lado.

Guiando mis pasos, apartándome del sucio pecado.

Me visita cada noche, con cuerpo y nombre diferentes.

Y yo me regalo a sus oscuros placeres.

Bruja indómita, deseo liberado,

mujer entera, luchadora, perversa… caliente!

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