febrero 15, 2010

Miss ya...




"El desterrado y el ahogado, en convenios pasados, no encuentra pecado que no le tiente..."


Escarbaste con las uñas la tierra húmeda, con el deseo de hallar el tesoro enterrado, sepultado en los confines aislados de mi alma, la inocencia perdida, la creencia pérfida, que te confiriera las últimas gotas de redención. Pero la niña que era, huyó despavorida a las catatumbas de tus olvidos. Ansiosa y preciosa, se ocultó bien a sí misma...

Ninguna galleta de jengibre podría traerla de vuelta para que le dieras ese abrazo. A veces te mira caminar en los pasillos de tu ansiedad y de tu desesperación, goteando el veneno en su aguijón.


Le ofreciste globos de colores, llenos del último aliento de mis victimas. Le cantaste en el eco de las tardes, le dibujaste un oso haciendo malabares en una cuerda en la mitad del averno, gradualmente pintaste una parte de mi oscuro mundo de rosa para que ella pensara era su habitación.

Pero la niña temerosa de mis múltiples ojos, del andar de mis patas de araña, se confinó a la parte más inaccesible de mis senderos, jugando con los cráneos apilados en el fondo, pintando florecitas en las paredes de musgo, deletreando mi nombre verdadero en el gotear de las calderas de donde cociné los secretos que luego usaba para engatusar a las personas.

Encontró entre tus ruinas, el sitio ideal para sus juegos, hasta que se fue olvidando poco a poco de quien era, sola, deambulando en los rincones de ese laberinto de donde dejaba una huellita de mano para saber si era a la izquierda o la derecha.

Pero en ocasiones (cuando jugar al avión pintado con sangre en el suelo de esa fuente donde se trituran los cuerpos o cuando el vuelo de los cuervos no le causa ya novedad) se sienta a un lado de esa maceta morada donde habita dormida esa planta carnívora que, de tanto tiempo que la ha visto pasar por ahí, ya no se le antoja devorarla, siendo lo único diferente que existe en el demente repetir de cada día en el pozo.

A veces, esta niña perdida, se queda pensativa, escuchando atenta tus pasos en la superficie, después de todo... ella soy yo.

Después de los daños, sigue pensando que un día volverá contigo para ser una conmigo de nuevo... contigo, admitiendo en secreto, que te extraña.

Es cuando lanza piedritas a lo largo de las tuberías, llevando el sonido a la superficie dentada que deja pasar el sonido y llega hasta tus oídos, ¿la escuchas? Te manda un saludo porque después de todo, ella espera un día acercarse a ti de vuelta. Limpiarme los múltiples ojos y darte un beso cosquilloso.

Duérmete niña, / duérmete ya, / que viene el coco / y te comerá.

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