febrero 06, 2010

No queda...

Una estrella de ocho puntas atraviesa mi abdomen, envuelve mi cuello, baja por mi esternón, se bifurca y rodea mis labios, separándolos obscenamente. Presa, en esa precisa prenda que ajustas y ciñes a mi piel… A cada tirón, a cada nueva pasada, un río fluye entre mis piernas. Es hora del protocolo, ese del que nunca fui consciente.

Ardiendo en deseos de sentir tus manos en mis mejillas. De tomar tu sexo entre mis labios y lamer, besar, succionar y tragar sin reparos, Orgullosa.
Y, por fin, tu calor en mi barbilla, el dulce olor de tu sexo… Tu carne dura e hinchada que descubres ante mis labios sedientos. Y abrir la boca y devorarte; agradecida, sumisa, golosa y glotona, relamiéndome de gozo.

Y sonreír de nuevo mirándote a los ojos, mientras me tumbo sobre tus rodillas como una niña traviesa. Dejándome hacer; relajada y tranquila. Mojada y hambrienta. Sintiendo tus manos deslizarse entre mi espalda, tus dedos lubricando mi sexo, que muy despacio va cediendo, para acoger el plug, que fijas bajo el bondage.

Y ya no existen límites
...

Tu lengua, es mi lengua. Tu saliva se entremezcla con la mía formando un único fluido. Y siento tu cuerpo ocupando cada rincón, cada recoveco. Ahondando más y más en mi Y te cabalgo, dura y violenta, mojando tu carne, gritando y arañándote la piel.

Y ya no hay trabas ni muros, ni barreras. Todo está en su sitio. Sólo toca revolvernos, fundirnos, bebernos y rozarnos hasta herirnos, más de lo que nos hiere la ausencia…


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