He querido tantas veces contarte que las casualidades no existen. Que aquello que te hace tan pequeño no existe. Te comprendo, yo también he llorado las mismas tristezas, he tenido los mismos miedos, he dejado mi alma encerrada en casa para dejar de ser yo ante los ojos de la gente. Para que nadie más pueda seguir jodiendo lo que llevo toda una vida entera construyendo.
Eres grande. Y quiero decirte hoy que levantes la cabeza y mires al frente. Que lo que tocas reluce, y cada vez que hablas enamoras. No dejes que la rutina y el paso de los días te desmoronen. No escuches a la gente que te quiere con palabras. Porque querer se quiere con las manos, con los ojos, con la presencia y con los hechos.
Hoy me saltaría todas las reglas y te llevaría a algún lugar tranquilo, donde puedas escuchar esa canción que tanto te gusta, sin que nada ni nadie te cuestione todo el rato.
Créeme si te digo que hoy, cuando termines de leer esto va a cambiar tu vida.
Qué la mía ya cambió hace tiempo.
Y si alguien más te hiere aprieta los puños, cierra los ojos y en voz baja d: “maldita sea”.
Y búscame cuando quieras.
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