febrero 16, 2010

20 años...

Hace mucho que ya no soy la dulce niña Fa que no tiene edad para hacer el amor.

Lo echo de menos, la verdad. Me encantaba entrar en su casa y ver su cara de circunstancias. El miedo y la alegría son dos sentimientos que se encuentran más frecuentemente de lo que pensamos. En el fondo tenemos miedo a ser felices.

Él ponía esa sonrisa de angustia y yo le preguntaba si podía entrar, cuando ya me estaba colando por el hueco de la puerta y su cuerpo.

Solía mirar el reloj y decirme: -"¿seguro que deberías estar aquí?". -"¿Quieres que me vaya?", le contestaba yo. -"¡Claro que no!", decía con un deje de derrota en la voz. Sabía que había perdido antes de empezar. Tal vez me viese como su perdición, o perversión.

Según el humor del que estaba me preguntaba si iría a verle, ponía cara de preocupación, o suspiraba resignado. Sí, desde luego sabía que cuando me conoció no le quedaba más remedio que el fracaso y la perdición.

"Me desbaratas la vida y los discos", me decía entre risas desde el sofá.
"Y te robo las camisas"
, le contestaba yo haciendo gestos varios, mientras me fumaba su tabaco y ponía Soda Stereo, U2 y HDS.

-"Te quedan mejor que a mí..."
, me decía.
-"Cuando tenga una casa para mí siempre iré en ropa interior y con camisa"
-"En ese caso iré a menudo a visitarte"
-"No te dejaré entrar... jajajaja"

Y me perseguía y me despeinaba.

Alguna vez me pidió que no me fuese. Supongo que cuando me iba, sólo le dejaba remordimientos. Ausencias y soledades, me decía él. Pero siempre me iba, sin decirle si volvería. Aunque siempre volvía porque me cantaba al oído y tartamudeaba cuando le besaba. Pero eso era entonces, cuando todavía era una dulce niña Fa. Dejé de serlo y desaparecí. Aunque haya veces que lo eche de menos... el serlo, no a él, quiero decir...

=)

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