febrero 22, 2010

La "Plática"


La Psicología es una profesión particular. Generalmente aquellos que ingresan a esta carrera dicen que su principal motivación es "ayudar a los demás", "aportar con algo a la sociedad" y una interminable lista de buenos deseos para/con el prójimo que suelen estar basados en ideales juveniles y palabras de buena crianza, pero la Psicología, como estudio y ejercicio profesional, va mucho más allá.

A diferencia de otras carreras, ésta se caracteriza por ser no sólo un proceso de aprendizaje sobre la práctica que como profesionales tendremos que llevar a cabo, si no que también involucra un intenso proceso de autodescubrimiento, autocrítica, desarrollo y crecimiento, el cual, más temprano que tarde, nos lleva a encontrarnos cara a cara con aquellas características que la mayoría de los sujetos intenta mantener en las más oscuras profundidades, esas cosas que prefieren no ver, no saber y ni siquiera intentar explicarse, argumentando cosas como "soy así", instalándose la comodidad de la falta de interés por un cambio concreto, el que inevitablemente conllevaría un proceso largo y emocionalmente intenso.

Para aquellos que tenemos el privilegio (o la desgracia) de ser apasionados por la Psicología y haberla elegido como profesión, el proceso de autodescubrimiento e introspección es inevitable, pero, a diferencia del médico, no podemos autotratarnos, quedando siempre como eternos testigos de aquellas cosas que algunos pueden mantener en esas oscuras profundidades que se mencionaron anteriormente. Es, por esto, que el pasar por un proceso psicoterapéutico es un requisito para el ejercicio profesional, pero que a mi parecer tiene una dificultad.

La instalación de un setting terapéutico (sea el que sea) entre dos profesionales del mismo ámbito involucra el dejar la posición del que escucha e interviene y pasar a ser quien habla, lo que indudablemente puede convertirse en un obstáculo. Esto porque desde la posición terapéutica que se construye a lo largo de la carrera, creamos también diversos sistemas explicativos respecto a aquello que como sujetos nos sucede, explicaciones que intentan hacer convivir a un sujeto/hablante con un sujeto/escucha, es decir, un relato parcial con un oído imparcial. Esto es una ecuación imposible. Así, al momento de enfrentarse a otro psicólogo, se desplegarán estas teorías y sistemas explicativos, involucrando no sólo el relato, la historia, la anécdota (y el icc), si no que también la teoría, aquel elemento que enriquece y busca explicar de alguna forma las particularidades del sujeto.

La teoría respecto de lo que nos sucede es, sin duda alguna, un elemento que sienta las bases de un terreno fértil para la terapia, pero también se instala como una muralla a atravesar, puesto que éstas están construidas desde las resistencias, por lo tanto, desde la "necesidad" de no saber realmente qué es lo que está ahí, eso que no podemos ver... pero que tampoco queremos ver. A razón de esto, es que la terapia entre psicólogos es una situación clínica compleja, ya que puede derivar en una lucha de egos, una pugna teórica que lleve a una escalada simétrica que finalmente provoque el término de la relación terapéutica y, de esta forma, el fortalecimiento de aquellos sistemas explicativos respecto al síntoma, los que están basados y potenciados por la resistencia y la negativa al cambio.

1 comentario:

dOS mÁS dijo...

¿Definirías este fenómeno como un Oximorón, tomando en cuenta su carácter comunicativo? Tu texto no me aclara duda alguna, (tal vez no fuera esa tu intención, de acuerdo) respecto a este conflicto, el que, dado su desarrollo profesional, un psicólogo sea inherentemente egocéntrico es vox populi, pero ¿debería no procurar el psicoanálisis y volver al confesionario?

Salvo esta duda: muy bien redactado e interesante, no me parece una disertación ambigua en absoluto.