febrero 16, 2010

Insomnio



No he aprendido a sentarme sin soñar, ni a dormir sin despertarme a media noche; ni a estudiar sin mirar por la ventana. Pero sé volar cuando cierro los ojos, y contarme las pecas en frente del espejo.

No se me dan bien los abrazos, ni las palmaditas en la espalda; no sé dar besos sin lengua, porque los besos se dan con todo, o no se dan. No sé beber sin tocar el recipiente. No le he perdido el miedo al mar de noche y sigue sin gustarme llegar a casa con los pies llenos de arena.

Nunca llevo los bolsillos vacíos, siempre me quedan las ilusiones. Pero creo que no me sienta bien vivir con tanto sueño. Literal y metafóricamente. Debería dormir más y soñar menos, tener menos sueños, que en plural parece que queda más claro. Aún así, no puedo evitar dejar que la imaginación haga de las suyas y, a cada instante, me veo con el viento en la cara, libre y huyendo. En un viejo Cadillac, segunda mano, por ejemplo. Sé que, a veces, por eso, tengo miradas ausentes. La realidad puede llegar a desmoralizarme, la rutina me ahoga, aunque no se pueda vivir sin ella.

No puedo evitar que me falseen las sonrisas; cojean, de vez en cuando, de brillo en la mirada. No es que pase nada, solo es eso, desubicación mental, estoy en otra parte. Vuelve, y vuelvo. Ya está. Tampoco es tan importante sonreir, o llorar.

Tengo el corazón manchado de demasiadas emociones, me confundo. O vivo confundida. Puedo ser feliz y llorar, y reirme a carcajadas en la desgracia (tuve una niñez inestable por eso ahora el caos me tranquiliza). También me río de los chistes malos, no lo veo tan distinto.

No sé pensar en frío. Por eso cuando pienso, no veo las cosas claras. Si me lo planteo, no sé si estoy enamorada. Sé sentir cuando no pienso. Por eso escribo al tun-tún. Pierdo el tiempo en un texto tras otro, o lo invierto en mi ociosidad. Realmente no invierto en nada. No tengo cuenta corriente, acabo de darme cuenta ahora. Pero tengo dos pc´s preciosas y un perro rosa llamado Wednesday. Está al lado de la laptop, vigilando mis intereses. Estoy mintiendo, bueno, a medias solo. Porque guarda mis y sus intereses.

Odio el tráfico, las plazas reservadas, las inscripciones de “Solo Vehículos Autorizados”. Vuelvo a mentir. No las odio, sólo a ratos. Creo en el amor, como una voluntad de hacer. No creo en el odio, porque nunca lo he sentido.

Creo que voy a dejar de escribir por hoy.
Intentaré dormir.
Me gustaría ir a la playa, ayer por la noche el mar estaba precioso.
Sé que estaba precioso.

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