diciembre 21, 2009

Psicología...

Vivimos entre extraños. Convivimos con perfectos anónimos que funcionan gracias a las pequeñas y minúsculas descargas que provocan las conexiones neuronales.

La masa respira de forma acompasada polución, olor a sexo y ausencias. La ausencia, el vacío y la desesperación, se manifiestan en las sociedades más complejas y pobladas, y aquellos que las estudiamos, permanecemos distantes en una observación no participante que nos relega a una característica y propia soledad acompañada.

Estoy hablando del reducto destinado al Psicólogo Social acostumbrado al todo, al bullicio de miles de bocas, que por las noches fantasea con la compañía de un único cuerpo caliente que haga pocas preguntas y que sepa interactuar con las visceras chorreantes en las manos.