diciembre 21, 2009

Octubre...

Al final saqué el valor suficiente para sacar una goma de borrar gigante de miga de pan, que cargaba desde hace tiempo a la espalda para hacerte desaparecer.

En cuanto dejaste de estar presente, me agaché a recoger, uno por uno, los restos de miga en la desesperación de volverte a recomponer, en la desesperación de volverte a crear para convertirte en la mitad que forma nuestro entero; en la desesperación de creer, aunque fuera sólo por una vez, en la resurrección de la carne, en la resurrección de tu piel caliente. Terminé desistiendo minutos después.

Se habían mezclado con las castañas podridas de otoño y con mi prometido último llanto de octubre, hasta hacerlas invisibles.

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