diciembre 22, 2009

Esta Tarde...

No es necesario que te diga cuánta mierda tragaron mis ojos. Sigues ocupando muchos más espacios que yo, sigues siendo el jodido sabio que entiende de leer mis tardes sin puestas de sol... mis días.

Intento soñarte pero sólo acudes en forma de pesadilla, nunca he dejado de creer que siempre ganarás; haga lo haga, te quiera o te odie. Nada importa cuando estás ni tampoco cuando desapareces en los días fúnebres señalados por algún iceberg.

Me arrastro sentada y con las manos desnudas sobre el hielo que se amontona en la cima de la montaña en la que solíamos sudar hambrientos. Busco matarte entre los vértices del dolor físico; debo decidir si deseo que dejes de apretarme el alma. Recorrido el sistema nervioso del abismo, me revuelco sobre las ciénagas del dolor con las palmas despellejadas y difusas. Con el hielo entre las uñas; siendo éste el icono que creé para que algunos me vincularan en los días gélidos que acompañan a las violentas ráfagas de viento.

Los días amargan tanto como el recuerdo de los pliegues de tus codos enfermos; como tu respiración aterrizando en el espacio que queda entre mi hombro y mi cuello. Sigo percibiendo el látigo de la tristeza arañando cada vértebra que conservo rota... porque no sé sufrir si no es contigo. No pido salir de la espiral de tus trampas porque sé que no podré. Te elegí para ser la hiel que menea mis espasmos, con el fin de blasfemar sobre mí cuando eyaculas tristeza. Solamente soy capaz de desgarrarme adherida a tu espalda repleta de estigmas; tu ojos siempre vieron más mierda que yo.

La habitación nunca ha dejado de girar cuando tu voz escupe mi nombre y las manecillas del tiempo siempre se secan cuando tú estás; tormentas de vehemencia caían los días en que tu lengua se abría paso entre razón y demencia, borrando huellas de camas decrépitas.

Me jodes y te dejo sodomizarme en los amaneceres de este principio de invierno, porque sé que eres el único ser en el que puedo arrojar toda mi locura, vomitar los excesos que me llevan de la mano a volar. Jamás te he visto temblar más que de frío; porque eres mucho más cabrón de lo que mi inexperiencia puede adivinar.

=)