enero 30, 2010

Te.



Te voy a respirar entero.... Te voy a dar un baño para luego secarte a base de aliento caliente. Te voy a recorrer tan despacio que dudes entre las cosquillas o el horror de ser devorado junto al hormiguero. Te voy a sensibilizar cada pedazo de piel hasta que te sientas tan receptivo como transparente. Hasta que el contacto con mi materia opaca te parezca la mayor de las perversiones.

¿Por qué?
-Porque quiero hacerte sufrir de puro vicio. Porque te quiero coger bien en el sentido positivo del término. Claro que lo de coger debería llegar en último lugar, a no ser que lo imprevisto se imponga y nos lancemos a uno de esas cogidas rápidas y eficaces quizá contemplando el paisaje desde algún punto elevado. Que la proximidad entre tu pecho y mi espalda nos transmita el calor suficiente para no morir congelados mientras cogemos despacio descubriendo la solemnidad del vacío que se abre bajo nuestros pies.

Te voy a hacer agua, sudor y lágrimas. Te voy a transformar en materia viciosa mezcla de tu saliva y la mía. Te voy a dilatar cuerpo, alma, expectativa, devenir y casualidad. Te voy a coger como sólo cogen los condenados a muerte y los recién aparecidos. Te voy a descubrir el significado de las palabras saciedad, plenitud y desasosiego. Hasta que se nos acabe el tiempo. Hasta que ya no haya términos capaces de pararnos.

¿Por qué?
Porque no somos como los demás. Porque ya es hora de asumir que no hay mañana y que el principio de incertidumbre tiene que ver con la imposibilidad de comprender, asumir o sistematizar el momento presente. Porque lejos de la aparente estabilidad de la materia sólo somos un flujo molecular enloquecido sin rumbo ni sentido. Porque sólo la comunión de nuestros fluidos, que son sangre, logrará redimirnos de esta puta existencia carente de toda coherencia. Porque algo irrefrenable sale de tu sexo, mis ovarios y nuestros cerebros.

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