enero 31, 2010

[Sun-Day]



Trabajamos como animales durante la semana. Madrugamos, estudiamos, asesinamos, escribimos, caminamos, subimos y bajamos en la montaña rusa. Somos entes en movimiento constante sin importar edad o condición. Somos conjuntos de partículas acelerándose hasta la ruptura atómica. Somos energía liberada. Pura y puta energía emanando luz y calor.

Luego llega el fin de semana.

Entonces nos ponemos a mil. Hay ganas recorriendo los rincones. Hay que quemarlo todo sin importar daños colaterales. Una legión de escribientes, meretrices, aprovechados e hijos de perra toman calle y noche celebrando el aquí y el ahora. Riendo a carcajadas gracias a ese ápice humorístico que no consiguieron borrarnos.

Drogados todos de viernes a sábado. Colocados en el frenesí de la sustancia que más te agrade. En trance, aunque conscientes de que esto funciona a base de impulsos limitados, bailamos la danza de la confusión poseídos por un espíritu nuevo capaz de aniquilarnos. Buscamos el olvido y la euforia como fin, sin importar trasfondos morales o filosofías baratas. Somos, durante unas horas, la esencia de lo que ignoramos ser. El germen de poderosas transformaciones.

Hasta que llega el fin del findesemana: El domingo.

Todo es tristeza en la tarde de domingo. O quizá no. A lo mejor por fin hemos encontrado la calma sobre la que edificar una nueva vida de crecimiento constante. A lo mejor el dolor puede desaparecer y las ausencias conjugarse con nuevas presencias. Sí, joder, eso es, estoy a punto de descubrir a tu lado la clave del asunto. Hay algo especial en las largas tardes dominicales entre la resaca y la tristeza, entre el sopor y cierta extraña inspiración nacida de las cenizas de la noche anterior.

En las tardes de domingo la destrucción se vuelve un tibio manto cubriéndonos para afrontar otra semana. En las tardes de domingo el sexo parece el fin del mundo y la soledad refleja quietudes de cementerio olvidado. Cuando el domingo se apaga dormimos el sueño inspirador capaz de dar respuesta a las dudas más complejas. Sería posible encontrar una explicación a todo esto con sólo cinco minutos más de sueño, pero entonces suena el despertador. Formateo total. Lunes. 6 de la mañana. Se jodió el invento.

Tendremos que volver a intentarlo el próximo finde.

No hay comentarios: