Estornudo de tanto enamoramiento que llevo dentro.
Me escuecen los ojos y tengo la nariz roja.
Mi lado torturado se venga así de mi propia felicidad.
¿Que qué suerte tengo?
No! Me niego! Me niego a la suerte!
Siempre se lo digo a Alejandro:
No es suerte, es merecido.
Fuimos a esos bares de moda en los que Alejandro dice
nunca haber estado de moda, ni ganas,
pero que ahora es diferente porque va conmigo
y conmigo todo es nuevo, hasta el rito más antiguo.
Se abre el mundo como a Ali Babá, la cueva.
Lo malo son los ladrones... –dice.
Y que ojalá pudiera volver a atrás para protegerme
de todos los ladrones de mirada turbia
que durmieron en mi cama.
Él llevaba saco y jeans negros
y yo me sentía así la más afortunada del planeta,
como en un sueño de ojos abiertos.
Lo quiero para mí siempre.
Y que ojalá pudiera volver a atrás para protegerme
de todos los ladrones de mirada turbia
que durmieron en mi cama.
Él llevaba saco y jeans negros
y yo me sentía así la más afortunada del planeta,
como en un sueño de ojos abiertos.
Lo quiero para mí siempre.
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