marzo 12, 2010

Gulp..!

Son las cinco de la mañana y estoy mirando el extraño cuadro que preside la pared que está situada frente a mí. No consigo comprender qué pretendió el decorador poniendo un cuadro como ése (una especie de payaso decimonónico triste) en una habitación de un hotel de estilo y decoración minimalista.

La primera vez que lo vi, unas horas antes, lo asocié con un comentario del programa de televisión de Iker Jiménez, algo así como que hace más de cien años estuvo de moda una serie de pinturas de niños cuya principal característica era que los modelos estaban muertos. Sin duda, la sensación que me transmite el cuadro es la misma; su expresión quieta, triste, cansada me habla de años y años contemplando pasar el tiempo, viendo el ir y venir de personas: parejas jóvenes que buscan intimidad, comerciales durmiendo unas horas entre cliente y cliente, excelentes maridos y esposos que buscan desahogar sus más bajos instintos con prostitutas o adulterios descarriados. Y el payaso del cuadro mirando sin poder si quiera conversar, tan solo mirando. Exactamente como lo estoy mirando yo ahora mismo.

Estoy tumbada en la cama, sola, pensando en todo lo que ha sucedido hace unas horas. Poco antes de medianoche Alexis estaba acariciando mi pecho con sus dedos.

-¿Te imaginas -me dijo- una casita a las afueras, con su jardincito, tú, yo, los niños corriendo con un perrito? Sería bonito, ¿verdad?
-Sí, sería bonito -contesto sin prestar mucha atención.
-Toda la familia, yo yendo a trabajar, tú en casa cuidando de los peques...

Empecé a escuchar. "¿A dónde va? ¿Qué pretende?" me pregunté. En mi cabeza se dispararon miles de posibles respuestas, pero solo una dominaba mis neuronas. Decidí dejarlo hablar, mientras notaba cómo una bola de cristal empezaba a moverse por mis entrañas.

-...casarnos...

"¡Lo ha dicho!" Me quedé pálida. Aquello no entraba en mis planes. Me costó percibir el silencio. Me estaba mirando.

-¿Estás bien? -se interesó.
-S... sí. Alex...

No sabía cómo explicarle que ni se me había pasado por la cabeza la idea de casarme. Y menos con él: era un chico genial, me gustaba pero no lo conocía tanto como para formalizar la relación. No tuve mucho tiempo para pensar, se me adelantó.

-¿Es que no te gusto? -dijo, dejando atrás la expresión de felicidad.
-Sí que me gustas, pero... -no sabía qué decir. Ahora tampoco, y eso que han pasado cinco horas.

Intenté hacerlo ver que nunca había pensado en casarme, que aquello no era para mí, que solo con dos meses una persona no sabe si la otra es con quien quiere pasar el resto de su vida.

-Pues yo sí lo sé, quiero pasarla contigo.

Me callé. Se separó de mí. Me incorporé en la cama e intenté acariciarle.

-¡No me toques!

Se levantó y se metió en el baño. Me levanté y le pregunté desde el otro lado de la puerta si estaba bien.

-¡Déjame, necesito pensar!
-Pues si no abres te esperaré aquí -y me senté en el suelo, al costado de la puerta.

Salió y se acostó en la cama. Lo seguí, me tumbé a su lado y lo abracé. Estaba frío, distante, ya no era el Alexis de una hora antes. Se dejó besar mientras se hacía el dormido. Al poco me dormí.

Escucho la cisterna del baño. Va a salir. Me despertó cuando se levantó, dudo que haya dormido algo esta noche. Veo su figura aparecer en la habitación, iluminada por la poca luz que atraviesa la persiana. Se tumba a mi lado, me da un beso y se duerme dándome la espalda.

-No hay quien las entienda, ¿verdad, payaso? -le susurro al cuadro.
-¿Dices algo? -me contesta Alex girándose, demostrándome así que me había equivocado al pensar que se había dormido.
-No, nada.
-Te quiero -me dice.
-Yo también -contesto. Me callo el resto de la contestación: "pero no tanto como tú a mí".
-Ya lo sé -Sonríe y me abraza. ¿Me ha leído el pensamiento? -Buenas noches mi amor.


PD: ¿Te parece suficientemente emotivo?

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