marzo 24, 2010

Diario II (1997)

Regálame un espacio de tu corazón lejano para que sea una parte de mi recuerdo. ¿Mentira piadosa o sólo el futuro que me dice que no sucederá? Que me advierte que deberé llevar alto el escudo para que la flecha irremediable de la realidad no me atraviese el corazón. Dime que exististe, que fue cierto.

El tiempo pasa, corre y no se detiene. No dejaré que pase que cuando te piense sea como bruma. Por eso me tatúo tu recuerdo en el alma, tu nombre, tu voz, el breve sendero que juntos recorrimos.

Sé que me queda poco tiempo antes de que inicie la tormenta. ¿Perderte otra vez es lo que debe ser? ¿Cómo debe ser? Quizás entender que lo que busco es la noción de saber que en el universo estás, la certeza al menos que un instante te tuve y te fuiste.

Inicia la tormenta de nuevo, es tiempo de caminar mientras las frías calles me esperan, cerrando este día esperando mañana otro más. Cuando me interno en la noche te llevo dentro como un pedacito de arcoiris, como un pedacito de pan que atesoro y que, cuando tengo hambre, devoro despacio para deleitarme de tu recuerdo, para borrar mi lamento...

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