Siento mucho que siempre te toque barrer los pedazos de piel de mis malas decisiones, ponerme los curitas en los raspones resultantes de las misiones suicidas en las que me suelo embarcar. Lo siento mucho, porque eres el menos responsable, y porque no entiendo cómo puedes no ver, o pretenderlo como si de hecho supieras mentir. De alguna manera voy a encontarme otra vez.
Para eso son las cicatrices, son el une los puntos, las migajas de pan que me regresan a mí.